Salvo por salud no debería existir para la persona problema por tener mayor o menor peso. Debería ser una elección, como la ropa que uno compra o el peinado que luce. En la medida en que somos diferentes cada uno mantiene su estética con la imagen que mejor le identifica como persona. ¡Ojo!, en toda su plenitud.
¿ Qué sería de los Blues Brothers sin el bajito regordete del dúo? La imagen de ellos se trasmite al observador como un todo íntegro e inseparable.
La autoimagen hace referencia a una coherencia interna y externa. Es algo más que una barriga tipo aceituna, unas piernas o caderas anchas, unas gafas extremadamente grandes o unos brazos esqueléticos.
La imagen social de la persona está lejos de tomar las partes por el todo. Igual que las gafas grandes estéticamente mantienen buena proporción sobre un rostro de estructura ósea ventajosa, los gestos transmiten una imagen emocional congruente de la persona que los representa.Campechano, bondadoso, alegre, confiado, son calificativos que pueden ir asociados por defecto a una persona con sus propios procesos metabólicos, los rasgos que le caracterizan y manejar esos rasgos como los maneja a través de los gestos. Así los procesamos como observadores, así nos expresamos como actores.
Todo ésto son estereotipos que nos facilitan entender el mundo, aunque a veces nos condenan, porque coartan nuestra creatividad para expresar y entender cosas nuevas, diferentes y únicas. Los estereotipos nos ayudan a mantener una sintonía agradable de lo que observamos, expresamos y sentimos, respecto a nuestras propias expectativas sobre los demás y sobre lo que queremos transmitir. Así nos entendemos.
Para los psicólogos la persona que presenta bulimia, anorexia nerviosa o trastorno por atracón tiene una visión distorsionada de su imagen, porque existe una disonancia entre su imagen física y la imagen mental propia. Cuando uno expresa socialmente lo que quiere destacar sobre si mismo de manera coherente, mantiene una relación sana con la vida y con la comida. Si existe una incoherencia entre lo que uno mejor siente de si mismo (su representación interna, emocionalmente sana) y la impresión propia de su imagen social, tenderá a mostrar conductas autodestructivas en una huida hacia delante de si mismo. Como penitencia tenderá a ser infeliz por permanente insatisfacción.
Los trastornos de alimentación son el reflejo de esta ansiedad de fondo, que generalmente esconde una incoherencia. La dificultad de aceptar la imagen física suele ser la consecuencia de sentir la experiencia de algo que la persona no quiere representar, o anhelar algo que no encaja en la esencia de la propia imagen. Ésto genera rechazo hacia si mismo, frustración y rabia contenida, que se traducen en impulsos para hacerse daño. Tanto comer como dejar de comer son obsesiones que comienzan por un impulso de huida de si mismo y de sus complejos, machacando aquello que de nosotros no nos gusta.
La ansiedad actúa en cada uno de una forma. A unos les cierra el estómago (impulso por control) y a otros se lo abre para picar (impulso de descontrol). El significado de ésto es algo más que la lucha por la imagen física. Curiosamente la aceptación de uno mismo en su propia inmensidad (virtudes) y en su propia limitación humana (defectos) genera la suficiente paz interior como para comenzar a adelgazar en aquellos que fustigan su ilusión sobrealimentándose; o comenzar a engordar en aquellos que castigan su cuerpo privándose de comer. Por ello el mejor comienzo de una dieta es aceptarse a si mismo.
El mejor comienzo de una dieta eficiente es aceptarse a uno mismo. http://t.co/9yEWh0o7VY
— Psicologia El Carmen (@cpaelcarmen) marzo 5, 2014
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