Moda de lo políticamente correcto, Ética de los mensajes O Ambos

Sensibilidades y Compromisos de Vida

Las personas con cierta edad tienden a pensar que su mensaje está agotado. Posiblemente lleven repitiendo lo mismo toda su vida.

Cada uno desarrolla mayor sensibilidad moral para ciertos temas, que son susceptibles de mejorar la calidad de las personas y del mundo que nos rodea ( animales, ecologismo, naturaleza, vida, derechos civiles…). También puede desarrollar una religión o cultura por descubrir y de la que confía nutrirse el resto de su vida natural y espiritual.

Ética Personal

Pasado un tiempo, después de adquirir un compromiso en la vida que le hace más sensible si cabe a determinadas cuestiones sociales, repitiendo las mismas cosas sobre los mismos temas, uno tiende a considerar su mensaje caduco. Los ciclos de vida de los temas sociales sobre los que la ciudadanía se muestra sensible moralmente son como los ciclos de vida de las noticias. La noticia de hoy sepulta a la de ayer y será sepultada por la de mañana. Lo que ayer era amor por la naturaleza sin más, hoy se ha convertido en rechazo al consumismo agresivo para prevenir el agotamiento de recursos y mantener el planeta limpio y vivo.

Modas de los mensajes 

En el fondo es lo mismo, preservar la naturaleza. Sin embargo a aquel que habla con el mensaje de proteger al lobo del gran Félix Rodríguez de la Fuente, sin darnos cuenta, le hacemos sentir aburrido, caduco y pesado.

¿Justifica el paso de la moda que un mensaje está agotado?

Estos temas, como todo aquello que desarrolle moralmente nuestra paso por este mundo, está exento de lo políticamente correcto, del momento y de las modas. No me gustaría ser miembro de una sociedad que cuestiona esas voces por pertenecer a otro tiempo, sino a aquella que se enorgullece de esas personas que llevan repitiendo lo mismo durante mucho tiempo, desde el lado más humanizante de la vida, facilitándonos al resto centrarnos en lo realmente importante y paraguas de todo, el Amor al Prójimo, sea desde el ángulo que sea, y por mal que suene esa expresión hoy en día, por aquello de las modas petulantes del lenguaje y connotaciones religiosas rechinantes.


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