Pocas veces es necesario sacar carácter al educar. En eso consiste el mérito de hacerlo bien, en ser capaz de transmitir con buen ambiente en casa. Porque carácter no significa autoridad.

Para ellos tu genio es el espejo de su autoestima. Tu enfado le dice que no vale, que no es un buen hijo. El mensaje llega mejor tanto para un niño como para un adulto desde el humor. Creemos que los niños no entienden la ironía. No es cierto más que en la inmediatez.

Lo que no entienden, como no entendemos los adultos, es hacer las cosas tal y como tu las harías, pero son capaces de dirigir una conducta hacia una meta como cualquiera, eso si, permitiéndoles licencias de estilo, para hacerlo a su manera.

Si permitir su desarrollo en cierta autonomía, a su ritmo, te provoca antes risa que enfado, captaran la idea “a su manera” de cómo te gustaría que completase la acción para la próxima vez que lo intente.


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